¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia -
Capítulo 1657
Capitulo 1657
Dimas se aterrorizé y rapidamente levanté las manos en sefial de rendicién: “No disparen, no he hecho nada atin, por favor no disparen...!"”
Sus palabras estaban impregnadas de suplica.
La arrogancia y la lujuria que lo habfan invadido se desvanecieron en un instante.
Solo era un matén que querfa probar el sabor de una mujer, pero no estaba dispuesto a perder la vida por ello.
El policia, manteniendo su arma apuntada hacia él, sacé unas esposas, se acercé y esposo sus manos a la espalda.
“{Elial ;Estas bien?” Jimena irrumpié en la habitacién y al ver a Elia tumbada en la cama con una mirada de desesperacion, sintié un nudo en el corazén. Rapidamente, arrancé la cinta de su boca y con ansiedad comenzé a desatar las cuerdas que ataban sus.
manos.
En el segundo en que las cuerdas se soltaron, Elia sintié como si renaciera. Abrazé a Jimena con fuerza, llorando por el miedo reprimido.
Jimena la abrazo de vuelta, acariciando su espalda suavemente mientras con preocupacion: “Ya estd, ya paso, no tengas miedo, ya esta...”
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a consolaba
Aunque intentaba consolar a Elia, las lagrimas de Jimena también brotaban sin control.g2
Ese momento de terror habia sido insoportable, y ella también habfa estado aterrada.
Cuando corrié a buscar ayuda, por suerte encontré una patrulla de policia pasando por la zona. Jimena lo detuvo y, tras ser rescatada, inform a los oficiales de lo sucedido.
Los policias la acompaniaron rapidamente al hotel y, gracias al interrogatorio, la recepcién no se atrevié a ocultar a qué habitacion habia llevado Dimas a Elia.
Al saber con precision cual era la habitacion, se redujo el tiempo de busqueda. Cuando los policias entraron, Dimas todavia no habia hecho nada.
Fue una suerte que Jimena encontrara esa patrulla de policia, que no le dio tiempo a Dimas para actuar, y que el peor de los escenarios no se hubiera materializado.
Elia se aferr6 a la ropa de Jimena, mordiéndose el labio para no llorar, pero las lagrimas calan descontroladas, el miedo atin no habia desaparecido.
Con la liberacién de esos sentimientos de miedo y desesperacion, el cuerpo de Elia
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temblaba levemente.
Jimena, sintiendo el temblor de su cuerpo, se sentfa atin mas compasiva y preocupada, sus lagrimas cafan en grandes gotas: “Elia, lo siento, no deberfa haberte traido a ese puesto de comida...”
Si no hubieran salido, nada de esto habria ocurrido. La idea de Dimas intentando forzar a Elia debié haber sido aterradora y desesperante.
Jimena podia imaginarse como se sentfa Elia.
Elia solt6 a Jimena, y con sus ojos borrosos por las lagrimas, negé con la cabeza, diciendo: “No es tu culpa, no pienses asi. Ti me salvaste. Si no hubieras llegado con la policfa, ahora estarfa arruinada.” Si Jimena no hubiera llegado a tiempo con los policias, Elia ya estarfa en una situacién
sin retorno.
Ambas se consolaban mutuamente, Elia secaba las ldgrimas de Jimena y Jimena las de
Elia.
Sus movimientos eran casi simulténeos, y después de secarse las lagrimas una a la
otra, ambas sonrieron a través del llanto.
Pero esas lagrimas contenian demasiada tristeza e impotencia.
Sin embargo, desde ese momento, ambas comprendieron que las mujeres solo pueden confiar en sf mismas. Solo a través de la autoayuda, la independencia y la confianza en una misma, pueden brillar intensamente.
El amor y los hombres no son confiables en momentos criticos; el amor y los hombres solo pueden dejar a una mujer herida en todos los sentidos.
Emborracharse por un hombre y casi acabar en una situacién sin salida, es lo mas esttpido.
Las mujeres deben ser independientes y fuertes, confiar en si mismas para brillar y estar calientes. La felicidad es algo que una misma se proporciona, y nunca depende de
otros.
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