Un Beso Que Le Atrapó A Mi Señor Perfecto Novela Completa -
Capítulo 1969
Capítulo 1969
Después de mucho deliberar, Maira sopesó su situación y, con resignación, decidió renunciar a la oportunidad que tenía enfrente.
Al fin y al cabo, tenía un compromiso previo con Leonardo, y no podía ignorar sus advertencias y actuar por su cuenta, arriesgándose a romper su palabra.
“Luben, lo siento, agradezco mucho tu oferta, pero no puedo aceptar este trabajo, gracias.”
Luben se mostró sorprendido por la negativa de Maira, ya que el sueldo era bastante generoso y, una vez que saliera por esa puerta, difícilmente encontraría una oportunidad tan buena. Era evidente que necesitaba trabajar, ¿por qué rechazaría una oportunidad así?
“¿Puedo saber por qué?”, insistió Luben sin rendirse.
Maira estaba a punto de inventar una excusa cualquiera cuando su teléfono sonó de repente.
Miró la pantalla y vio que era una llamada de Leonardo.
Se disculpó y se levantó para tomar distancia antes de contestar: “¿Hola?”
“¿Estás en el Grupo Pantoja?”, preguntó Leonardo con un tono poco amigable.
Luben había tomado las riendas del Grupo Pantoja, ¿qué hacía Maira allí?
Leonardo acababa de terminar una reunión y, al ver el mensaje de Maira, le devolvió la llamada.
Aunque parecía sumisa y obediente, en realidad era todo lo contrario, siempre metiéndose en problemas.
- “Sí, vine a una entrevista de trabajo”, admitió Maira, inicialmente sorprendida por la llamada de Leonardo, luego recordó el mensaje que le había enviado en la estación de bus, “pero ya está todo bien, Sr. Ibarra, siga con lo suyo.”
¿Todo bien?
Envió un mensaje pidiendo ayuda y ahora decía que no pasa nada, ¿estaba jugando con él?
La expresión de Leonardo se ensombreció aún más y, tras unos segundos de silencio, colgó el teléfono.
Maira frunció el ceño al escuchar el tono de colgado, ¿para qué llamaba si solo iba a colgar? Hombres…
“¿Era mi primo?”, preguntó Luben desde su asiento, observando sus reacciones.
Desde la última vez que los vio juntos, notó que no parecían tan enamorados, incluso había cierta distancia
entre ellos.
Maira se recompuso, se volvió hacia él y, fingiendo tranquilidad, sonrió y se sentó de nuevo: “Sí, pensé que el Grupo Pantoja me llamaba para hacerme responsable por haber lastimado a una artista y le envié un mensaje.”
“A la familia Ibarra nadie se atreve a cuestionarla. Además, tú eres la Sra. Ibarra. Maira, ¿por qué siento que no actúas como la esposa de tu primo? Pareces tenerle miedo.”
Maira murmuró: “Yo…”
Luben tenía razón, nadie se atrevería a enfrentarse a la Sra. Ibarra.
Pero eso aplicaba a la verdadera Sra. Ibarra. Ella no era más que una herramienta que Leonardo usaba impresionar a sus mayores en casa, sin mucho peso por sí misma.
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