Capitulo 990

Elia mir6 a su alrededor con ansiedad, notando que la funda del sofa habia sido reemplazada por una nueva. La noche anterior era de terciopelo gris oscuro, pero en ese momento lucfa un cuero del mismo color.

El cambio de funda debia ser por las marcas que habian dejado la noche anterior.

Al pensar en ello, Elia levanté la vista nerviosa y se encontré con los ojos profundos de Asier, que parecian dos

estrellas en la noche.

Su corazon ya acelerado latié ain mas fuerte, sin entender las intenciones de Asier ni cémo enfrentarse al peligroso aura que emanaba de él.

Sintié un escalofrio recorrer su espina dorsal y se encogi¢ instintivamente detras del respaldo del sillén.

Cuando estaba a punto de levantarse para irse, recordé que su teléfono movil estaba todavia en manos de Asier

Se detuvo, se mordié el labio y se sent6 de nuevo, superando el miedo que sentfa por la oficina y por Asier

Con esfuerzo, esbozé una sonrisa y le dijo a Asier: “La verdad es que tengo otro asunto personal que me gustaria discutir contigo”

Asier, que estaba tomando su vaso, hizo una pausa y lo colocé sobre la mesa, levanté la mirada hacia Elia y dijo: ;De qué se trata?”

"iEncontraste mi teléfono movil ayer?”, pregunté Elia directamente Frente a Asier, no tenia sentido andarse por las ramas, ser directa ahorrarfa tiempo y evitaria irritarlo

“:Y qué si lo hice?”, respondi6 Asier con una profundidad enigmatica.

La pregunta incremento la presion que Elia sentia.

El teléfono era suyo, pero Asier lo habfa encontrado y no habia mencionado devolverlo. Pedirlo significaba enfrentarse a la intimidante presencia de Asier.

Sin embargo, Elia necesitaba recuperar su movil; los nimeros almacenados en él eran de vital importancia para ella.

“He estado todo el dia sin mi teléfono y ni siquiera puedo ver la hora. ;Podrias devolvérmelo?”, pregunto Elia, intentando ocultar su nerviosismo.

Asier la observ intensamente, sin decir una palabra, sumiendo a Elia en una inquietud que le impedia adivinar sus pensamientos.

“Esta en el estudio de Villa Serenidad”, dijo Asier finalmente.

“Entendido Agradezco la hospitalidad del Sr. Griera, me voy ahora”, respondié Elia rapidamente, poniéndose de pie para marcharse y volviendo a adoptar una actitud cortés.

Cada segundo en la oficina de Asier, frente a él, era un riesgo inminente.

Elia se levanté y Asier no la detuvo. El se sirvié otra taza de agua, mientras que la que habia ofrecido a Elia permanecia intocada frente al sofé individual, sin que ella hubiera bebido ni un sorbo.

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