¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia -
Capítulo 962
Capitulo 962
Asier no tuvo mas remedio que decirle a su hijo: “Tu mama ha desaparecido, estoy a punto de ir buscarla.”
Después de observar durante todo ese tiempo y pasar tiempo con los nifios, Asier noté que los nifos tenian una relacién muy especial con Elia.
Si algo le sucediera a Elia, los nifios estarfan muy devastados.
Pero Abel era muy inteligente, ocultarle la verdad solo haria que se preocupara atin mas. Asier le comunicé directamente la noticia de la desaparicién de Elia
;Qué?;Mama desaparecié?!” exclamé sorprendido Abel.
Los otros tres pequenios, al escuchar sus palabras, salieron uno por uno de la sala de juguetes, dando pasitos cortos. Se agruparon alrededor de Abel, con voces suaves y tiernas, haciendo preguntas y expresando su
preocupacion.
"¢Qué pas, mami desaparecié? ;A donde fue?”, pregunté Joel con sus ojos saltones y oscuros htimedos por
la incertidumbre
“No va a venir a contarnos cuentos ;verdad? jQuiero a mi mama”, Iria empez¢ a sollozar, su voz tierna
resonaba en la sala.
“Mamita..”, murmuro Inés con su vocecita temblorosa, ya al borde de las lagrimas.g2
Desde el otro lado de la linea, Asier podfa percibir el nerviosismo de los pequefos, especialmente de las nifias, quienes no podian ocultar su miedo y consternacion.
Con una mano en la frente, Asier trat6 de calmar su voz y pregunté, “;Ya podemos rastrear su teléfono?”
Al escuchar la pregunta de su padre, Abel, a pesar de su juventud, mostré una madurez sorprendente y respondié con cierta firmeza. “Ahora mismo lo hago.”
“Cuando tengas la ubicacién, avisame, instruyo Asier antes de colgar
"Si, papa,” contestd Abel y corrié a su habitacion dejando atras a sus hermanitos, que lo miraban con ojos llenos de angustia.
Los tres pequefos se miraron entre si y, como si hubieran acordado sin palabras, siguieron a Abel con paso apresurado. Parecian un trio de adorables pingtiinos en una carrera desenfrenada.
Asier, después de colgar el teléfono, se dirigi6 al helicoptero que lo esperaba. Mientras tanto, en la sala de juegos, Abel manipulaba su Tablet con agilidad, sus dedos pequefios tecleando con una rapidez sorprendente. Su concentracion era palpable, y su rostro infantil reflejaba la seriedad de la situacion.
Joel, Iria e Inés lo rodeaban, sus miradas evidentemente estaban fijas en la pantalla, con unas expresiones llenas de esperanza y nerviosismo. El bienestar de su madre estaba en juego y ninguno de ellos se atrevia a actuar de forma precipitada.
Abel ingreso el nimero de teléfono de Elia en una aplicacién especial, conocia ese niimero tan bien como su propio nombre. Con unas cuantas pulsaciones adicionales, la ubicacién de Elia aparecié en la pantalla
“iMama esta aqui”, exclamé Abel al ver el punto rojo en el mapa, un atisbo de alivio brillo en sus ojos.
"¢Dénde, donde?”, preguntaron ansiosos sus hermanos, inclindndose sobre la Tablet. Lamentablemente, para ellos era solo un mapa, una complejidad que atin no comprendian
Abel rapidamente envié la ubicacion a su padre Asier, desde el helicoptero, no tenia sefal y no recibié el mensaje hasta aterrizar
Una hora més tarde, Asier desembarcé del helicoptero en la azotea del Grupo Griera, accedi6 a su teléfono y vic el mensaje de Abel. Después de confirmar la recepcion, abri6 el mapa con la ubicacién.
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Poco tiempo después, un helicoptero y un coche negro llegaron al Club Keyler, un conocido centro de entretenimiento. Con un semblante tenso y una presencia imponente, Asier lider el grupo que entré al local, provocando que el personal del club se apartara rdpidamente para dejarlos pasar.
El gerente del Club Keyler se acerco, su cuerpo temblaba ante la autoridad y la determinaciéon emanada por Asier y su equipo. A pesar del miedo, sabia que tenfa que enfrentar la situacién, asi que reuni6 su coraje y se adelanto para encontrarlos
El Sefior Griera entr6 con paso firme al Club Keyler, un lugar de reputaciéon dudosa en el corazén de la ciudad, donde los secretos y los negocios turbios se entrelazaban con el humo de los cigarrillos y el aroma a ron
afiejo
“iSefor Griera, bienvenido! ;Desea una mesa privada o tal vez..?"
“jLdrgate!”
El encargado del club apenas habfa abierto la boca cuando un guardaespaldas del Sr. Griera, un tipo tan ancho como alto, le planté una mano en la cabeza y lo empujé a un lado con desden.
Asier pasé por alli, llevando consigo un viento afilado que soplé en la cara del encargado del Club Keyler, quien se quedo estremecido y temblando de miedo.
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