¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia -
Capítulo 830
Capitulo 830
Capitulo 830
Los ojos de Sergio hundieron por un instante; la sonrisa de ella, que era como un sol brillante, iluminé el remordimiento mas profundo en su corazon, causandole un dolor
punzante.
Sin embargo, no lo demostré, y su sonrisa segufa siendo tan brillante como el sol mientras decfa: “Lo sé, ellos son tu tesoro, y las personas a las que primero considerarfas en tus decisiones futuras. Vamos a ver algunos libros, no deberiamos haber venido aqui en vano.”
Dicho eso, se dirigi6 primero hacia los estantes llenos de libros.
El entendia profundamente que, para Elia, las personas més importantes en ese momento eran sus cuatro hijos, porque ocupaban toda su vida.
Por eso, estaba dispuesta a soportar la humillacién de estar al lado de Asier.
Asier estaba amenazando a Elia con sus cuatro hijos, impidiéndole elegir estar con la persona que amaba.
El deseaba cambiar la situacion, permitiendo a Elia y a sus hijos escapar del sufrimiento
de Asier.
Elia eligi6 un libro de casos de secretariado de los estantes y comenzé a hojearlo.
A mitad de lectura, sintié de repente una sombra delante de ella.g2
Al levantar la vista, vio a Sergio de pie frente a ella, cubriéndola del sol que entraba por la ventana.
Ella estaba concentrada en su lectura, mientras él la observaba con atencion.
Al ver que Sergio segufa cubriéndola del sol, una luz brill6 en sus ojos y pregunté sorprendida: ";Qué estas haciendo?”
“Tapandote del sol. No solo lastima tus ojos, sino que también te lastima la piel. Te estoy ahorrando algo de dinero en protector solar”, dijo Sergio con una sonrisa.
Elia no pudo evitar reirse y dijo: “Ya me puse protector solar, no me estas ayudando a ahorrar si te quedas ahi.”
“Bueno, al menos previene el envejecimiento de la piel. El protector solar no es una solucién permanente”, respondi6 Sergio.
Elia sac su teléfono y miré la hora. Para su sorpresa, ya eran las dos de la tarde.
“Tengo que volver al trabajo, si mi jefe se entera, dird que he estado holgazaneando en horario de trabajo”, dijo Elia, répidamente dejo el libro y salié de la biblioteca
Vicente le habia pedido que visitara la fabrica de electrénica Serelia para ver si algo
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andaba mal, pero termind visitando la Universidad de la Capital.
Si Vicente se enteraba, seguro que la reprendera.
Elia no era de esas personas que holgazanean en el trabajo a propdsito, era muy responsable con su trabajo y se sentfa culpable por haber perdido tanto tiempo.
Sergio entendia a Elia y no insisti6 en retenerla, sino que se ofrecié a llevarla de vuelta al Grupo Fuentes.
Elia respondio: “No es necesario, puedes seguir con lo tuyo. Tomaré un taxi.”
Sergio la agarré del brazo, la llevé hasta su coche y la ayud6 a subir, sin darle la oportunidad de tomar un taxi.
Elia no tuvo otra opcién que subirse al coche.
Mientras conducian hacia el Grupo Fuentes, Elia salié del coche y le dijo a Sergio: “Conduce con cuidado, por favor.”
Al escuchar su preocupacion, Sergio sintié un escalofrio en el corazon, sus ojos se llenaron de intensidad y apret6 el volante.
Finalmente, apret6 los dientes y condujo hacia adelante, sin responder a Elia.
Elia vio como su coche se alejaba, y luego se dirigi6 hacia la oficina.
Vicente estaba mirando el paisaje desde la ventana de su oficina cuando vio a Elia en la planta baja. Habfa sido llevada de vuelta a la oficina en un coche plateado.
Como miembro de la alta sociedad y amante de los coches lujosos, Vicente reconocié de inmediato el valor del coche.
;Quién conducia ese coche plateado?
iEra Sergio! jEra él!
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