¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia -
Capítulo 1630
Capitulo 1630
Elia alzd su copa hacia Jimena y brindé: “No hay nadie que me conozca mejor que Jimena. Esta copa es por nuestra amistad eterna e inquebrantable.”
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“iPor una amistad que nunca se marchitara!" Jimena, con su tipica franqueza, levanté su copa y bebi6 de un sorbo.
Ignoraban que mientras conversaban, un hombre rudo en la mesa de al lado las observaba atentamente.
Al verlas vaciar sus copas de un trago, el hombre rudo se acercé a su mesa, con voz tosca dijo: "Sefioritas, me gusta su estilo desenfadado, brindo por ustedes.”
Elia y Jimena se giraron al oirlo y vieron a un hombre de gran estatura y corpulencia, sin camisa, mostrando su voluminoso torso y un rostro severo con barba espesa. Un tatuaje de un dragon negro se extendia a lo largo de su brazo, con la cola en el dorso de la mano y la cabeza cerca del hombro, como si surcara nubes.
La intimidante presencia de Dimas asusté a Elia y Jimena, que no se atrevieron a
ofenderlo.
Era evidente que no era alguien con quien convendria tener problemas. Preocupadas por las posibles consecuencias, Elia y Jimena intercambiaron miradas. Ambas pensaban que era mejor no complicarse la vida..
Para no ofenderlo, Jimena, con una risa nerviosa, sirvié medio vaso de vino para Elia y
dev para si misma y, con cortesfa aunque forzada, dijo a Dimas: “Gracias por la atencién, brindamos por ti.
Elia y Jimena levantaron sus copas hacia él y se bebieron el medio vaso de vino.g2
Pensaron que después del brindis Dimas se iria, pero se quedo alli, sin mostrar intenciones de partir. Saco su teléfono celular del bolsillo del pantalén y, con ojos codiciosos y fijos en Elia, y luego en Jimena, sonrié y dijo: “Soy un tipo facil de tratar, y me adapto bien. Si me atan a una cama, cooperaré con todo sin oponer resistencia. Seguro que eso les agrada. ;Qué tal si intercambiamos nimeros? Estaré disponible cuando me necesiten.”
Diciendo esto, Dimas sacé el cédigo QR de su aplicacién de mensajerfa esperando que Jimena lo escaneara.
Las palabras de Dimas dejaron a Elia y Jimena con el corazén helado.
Ambas se miraron rédpidamente con pénico y miedo en sus ojos.
Esto es malo, pensé Elia. Dimas debe haber escuchado lo que dijo Jimena y seguro
piensa que son mujeres faciles.
Qué hacemos ahora?
Elia estaba nerviosa.
Si rechazaban a Dimas ahora, podria enfurecerse y actuar violentamente contra ellas. Eran dos mujeres indefensas frente a la brusquedad de este hombre.
;Y si aceptaban el contacto? ;No serfa eso alin mas desagradable?
Jimena compartia la preocupacion y el temor de Elia. A pesar de su actitud desinhibida, en el fondo era una mujer tradicional. Podfa parecer que no temfa a nada y buscaba problemas por doquier, pero ante un tipo como Dimas, no se atrevia a enfrentarlo.
Su corazon latia descontroladamente mientras soportaba la mirada ardiente de Dimas. Se seritfa incobmoda, pero no se atrevia a oponerse y sac su teléfono celular con timidez.
Justo cuando estaba a punto de escanear el cédigo, la mano de alguien apareci6 de la nada y agarro el teléfono de Dimas, bloqueando el cédigo QR.
Elia y Jimena miraron sorprendidas hacia arriba.
Alli estaba un hombre con una camisa rosa y pantalones color beige, de figura esbelta y aspecto encantador. Sus ojos expresivos y ligeramente inclinados eran seductores y cautivadores como los de un zorro.
iEra Orson!
iOrson habia llegado!
Al ver a Orson, el corazon inquieto y temeroso de Jimena se relaj6 de inmediato.
Nunca antes habia sentido una sensacién de seguridad tan grande al verlo.
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