Capítulo 1962

Ineta irrumpió de repente en la sala, con una sonrisa burlona miró a los entrevistadores, “Disculpen la interrupción, señores, pero hay algo que debo comunicarles”.

Al verla entrar así, Maira se levantó de un salto, presintiendo algo malo: “Ineta, ¿qué estás tramando?”

Ineta miró a Maira con una sonrisa maliciosa y luego se dirigió a los entrevistadores: “Me da una pena que se esfuercen tanto entrevistando a tantas personas talentosas, para al final terminar contratando a alguien que podría manchar la reputación del Grupo Pantoja”.

Los entrevistadores se miraron confundidos, hasta que el que estaba en el centro preguntó: “¿A qué te refieres? ¿Por qué no deberíamos contratar a Maira? ¡Ella cumple con todos nuestros requisitos!”

“¡Ah, esa chica! No es tan inocente como parece, tiene problemas de conducta, desobedece a sus padres y hasta cortó toda relación con ellos. ¡Y ahora anda enredada con un hombre casado!”

Las palabras de Ineta causaron conmoción entre los entrevistadores, quienes comenzaron a mirar a Maira con sospecha, sin poder creer que fuera ese tipo de persona…

Maira estaba furiosa al ver cómo su esfuerzo por conseguir el trabajo se desmoronaba y se apresuró a explicar: “¡No es cierto! No tengo nada que ver con ningún hombre casado, ¡no le crean!”

“¿Ah, sí?” Ineta sonrió y dijo, “Entonces cuéntanos, ¿cómo una chica sin trabajo de repente puede sacar trescientos mil dólares y desafiar a sus padres a cortar lazos? ¿Alguien te daría tanto dinero si no fuera por ser su amante?”

Maira se contuvo para no darle una bofetada a Ineta por esas calumnias, pero realmente no podía explicarlo sin mencionar a Leonardo.

Al ver que Maira no podía responder, Ineta sonrió aún más triunfante: “¿Ves? No puedes explicarlo. ¡Admite que ese dinero lo conseguiste siendo la otra!”

“¿Qué? ¿La amante de alguien?”

“Si esto se hace público, ¡puede dañar nuestra imagen!”

“¿Cómo llegó esta persona a la entrevista?”

Todos en la sala estaban sorprendidos por las supuestas acciones de Maira, y agradecidos de no haberla contratado todavía, pues habría sido un problema.

“Por favor, permítanme explicar, ella es mi hermanastra, pero lo que dice no es verdad”, explicó Maira con desesperación, “Sí, tomé esos trescientos mil dólares para alejarme de mi familia, porque siempre me han explotado. No puedo entrar en detalles personales aquí, pero desde siempre mis padres han preferido a mi hermanastra y querían usarme para su beneficio. Me vi obligada a romper lazos con ellos. Ese dinero lo pedí prestado y estoy buscando trabajo para poder pagar esa deuda. Les juro que nunca he hecho nada inmoral”.

Ineta se cruzó de brazos y soltó una risa burlona: “¿Beneficiarte de mí? Maira, escúchate. Yo tengo mi trabajo, soy una artista con algo de fama, ¿crees que necesito que una hermanita desempleada me genere ganancias? Destruiste un matrimonio, fuiste la otra, y la esposa legítima ya fue a reclamar a nuestra casa. Si no fuera porque nuestros padres la apaciguaron con dinero, ¿crees que estarías tan tranquila como ahora?”

Maira exclamó: “¿Cómo?”

Esa era la definición de estar sin palabras, ¡y hoy Maira lo había aprendido de la peor manera!

Ineta estaba dispuesta a decir cualquier cosa con tal de arruinar la oportunidad de trabajo de Maira.

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