Capítulo 1910

Maira terminó de empacar sus cosas en una sola maleta.

Con la valija en mano, estaba lista para bajar las escaleras y marcharse, cuando su madre, la agarró del brazo:

Maira, ¿estás loca o qué? ¡Ten un poco de dignidad! Con esa carita que tienes, casarte con algún hombre seria pan comido. ¿Por qué te metes en lios al ser una amante?”

Mamá, de verdad crees que soy de las que se meten asi como asi en relaciones ajenas?”

El reproche en los ojos de Maira dejó a Cecilia en shock; su hija nunca la habia mirado así. ¿Será que Maira habia encontrado un mecenas y ahora se sentía con alas para volar?

Aprovechando que Cecilia estaba distraída, su hija se soltó y bajó las escaleras con prisa, arrastrando su valija.

Al llegar abajo, se encontró con Alonso e Ineta.

Ineta la vio con la maleta y soltó una risita sarcastica: “Papá, te lo dije, ¿no? ¡Maira es una amante! Mira, hasta se lleva sus cosas. ¡Seguro que se va a vivir con alguien que la mantiene!”

Provocado por Ineta, Alonso miró a su hija con desaprobación.

“Maira, ¿acaso tu misión es manchar el buen nombre de la familia Jurado hasta que quede por los suelos?”

Alonso frunció el ceño, lamentando el pasado. “Si hubiera sabido que tu madre estaba embarazada de una niña, jamás habría permitido que nacieras!”

Maira ya estaba acostumbrada a ese tipo de comentarios; no había sido una hija deseada.

Si no hubiera sido porque pensaron que Cecilia esperaba un varón, Maira no habría tenido la oportunidad de

nacer.

Había aguantado esas palabras durante años.

Pero esta vez, después de lo que Ineta le hizo la noche anterior, y el hecho de que sus padres seguían protegiéndola, Maira no podía perdonarlos ni queria seguir aguantando.

“Papa, mamá, si, me voy a mudar. Volvi solo para recoger mis cosas y de paso, hay algo que quiero decirles.”

Al ver que Maira parecia dispuesta a revelar la verdad, Ineta se puso nerviosa.

Rápidamente hizo una señal a Cecilia para que controlara a su hija.

La mujer captó el mensaje al instante.

Con Alonso aún molesto por la ausencia nocturna de Maira, no quería enfadar más a su marido por culpa de su hija desagradecida.

“Si ya decidiste irte, ¿qué más quieres decirnos? Si nos respetaras, no te habrías metido en ese rollo de ser la

otra.”

Cecilia ni siquiera quería escuchar lo que su hija tenía que decir, temia que sus palabras enfadaran aún más a

su esposo

Alonso tampoco tenía intención de escucharla; se dio la vuelta para subir las escaleras.

Maira corrió hacia él y le bloqueo el paso con su brazo: “Papa, mama! La verdad es que anoche Ineta me llevó

a un bar con la intención de emborracharme y entregarme a su jefe a cambio de favores. ¡Yo no soy la amante de nadie, no soy la que se enreda con hombres!”

“Maira, ¡Estás diciendo tonterías!Ineta se puso nerviosa de inmediato, acercándose para apartarla. “¡No te inventes cosas para limpiar tu nombre y echarme la culpa a mi!”

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