Un Beso Que Le Atrapó A Mi Señor Perfecto Novela Completa -
Capítulo 1905
el timbre.
Capítulo 1905
La puerta se abrió desde adentro y Leonardo apareció vestido con ropa casual negra, parado en el umbral.
“Me dijo uno de tus empleados que me buscabas.”
Leonardo no respondió, se dio la vuelta con frialdad y entró a la casa, Maira no tuvo más remedio que seguirlo. La decoración de la casa era muy sencilla, pero se veía costosa, nada que ver con la sencillez de la familia Jurado.
La chica se quedó parada en la sala, manteniendo distancia preguntó: “¿Para qué me buscabas?”
“Siéntate.” Leonardo sacó una carpeta y la puso en la mesa, “Si hay algo que no te gusta, todavía estamos a tiempo de cambiarlo.”
Con una expresión de confusión, Maira tomó la carpeta y al abrir la primera página, las palabras “Contrato Matrimonial” la dejaron boquiabierta: “¿Qué significa esto? ¿Quién se va a casar?”
“Tú y yo.” El hombre tomó un sorbo de su café sin mostrar signos de que lo que decía fuese absurdo.
Maira hojeó rápidamente el contrato. En esencia, se comprometia a casarse con Leonardo y mantener un matrimonio de un año a cambio de un pago único de cien mil dólares.
¿Acaso eso era un acuerdo de mantenimiento? ¡Ese hombre realmente pensaba que ella era de las que se vendian por dinero!
“Disculpa, ¿cuándo dije que me casaria contigo?” Maira encontró el contrato ridículo, lo cerró y lo puso de vuelta en la mesa. “No me interesa lo que dice aquí. Si no hay nada más, me voy.”
Diciendo eso, se levantó para irse.
Justo en ese momento, su celular sonó. Era su madre, Cecilia.
Leonardo simplemente la observó irse con frialdad, sin levantarse ni decir una palabra. Después de todo, si no fuera por la presión de complacer a sus abuelos, jamás se habria casado con una mujer asi.
Esa mañana, después de que Maira dejó el hotel, Brenda había llamado para presionarlo nuevamente con el matrimonio. Sus abuelos estaban envejeciendo y se preocupaban cada vez más por su situación amorosa, organizándole citas a ciegas y esperando que se casara pronto.
Al principio, Brenda consultaba a Leonardo antes de organizar las citas, pero ahora simplemente le informaba por teléfono el lugar y la hora, sin importar su opinión.
“Abuela, ya te dije que, no quiero casarme todavia.”
Esas palabras afectaron a Brenda: “Realmente planeas matarnos de disgusto? Somos viejos y nuestro mayor deseo es ver a nuestros nietos casados. De otra forma, tu abuelo y yo no podremos morir en paz.”
Cada vez que Leonardo expresaba su desinterés por el matrimonio, Brenda lo amenazaba con la muerte. ¡Qué
dilema!
“Leo, dime la verdad, ¿es que no te gustan las mujeres?”
Al fin, algo perturbó la serenidad en el rostro de Leonardo, pero pronto volvió a la calma: “No es eso, ya tengo una prometida y la llevaré a conocerlos en unos días.”
“¿Ya tienes prometida? ¿En serio?” Brenda claramente no creía sus palabras.
Mirando los veinte dólares en el suelo, Leonardo pensó en un compromiso: “Sí, abuela. Pronto la vera.”
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