Un Beso Que Le Atrapó A Mi Señor Perfecto Novela Completa -
Capítulo 2271
Capítulo 2271
Mairita, por aparecer de esta manera tan sorprendente, pero como soy una buena amiga de Leonardo, no me parecía bien saber que estás enferma y no venir a verte. ¡Leito, saca ya el regalito que le compramos a Mairita!”
Le dio un codazo a Leonardo, quien parecia volver en si de pronto y le entregó el presente a Mairita.
“Mairita, lamento que nuestra primera vez sea tan de afán, no tuve chance de buscar un regalo como la
gente.
Me meti un rato al centro comercial y escogi un par de cositas que pensé te podrían hacer falta, ojalá te
sirvan.
Maira sintió un pellizco en el corazón con la naturalidad de los dos, bajó la mirada y apenas esbozó una sonrisa, “Ya que están aquí, no hay por qué tanta formalidad. Aprecio el gesto, pero de verdad no hacía falta. No me falta nada aqui.”
Rita miró alrededor antes de asentir y decir, “Es cierto, aquí tienes de todo, Leito siempre ha sido
iqual, este generoso con los suyos, todo lo tiene bajo control. Asi que me quedo más tranquila. Pero igual, regalito lleva algo de mi corazón, así que aceptalo, Mairita.
Descansa y espero que te recuperes adecuadamente. Cuando estés mejor, vendré para que salgamos a
pasear.
Ahora tengo que pasar por casa, los abuelos me están esperando. Disculpa que nos vayamos tan rapido.”
Maira se puso tensa al pensar que hasta los abuelos sabrían que Rita habia vuelto. Le dolia pensar quel hasta su atención se vería dividida con la llegada de Rita.
¿Por qué siempre que creia que podría tenerlo todo, el destino le jugaba estas pasadas?
“Pues vayan pronto, no hagan esperar a los viejitos.”
Al escuchar a Maira, Leonardo la miró casi sin pensar, Ella se veía tan frágil en esa cama, casi devorada por las mantas.
Leonardo había pensado dejar a Rita ir sola, quería quedarse y cuidar de Maira.
Pero Rita, como si leyera su mente, tironeó de su manga y dijo, “Vamos, Leito, tienes que acompañarme a casa. Hace años que no vengo y ya ni me acuerdo de cómo llegar, tengo miedo de perderme!”
Leonardo frunció el ceño, preocupado por dejar sola a Rita recién llegada del extranjero, y le dijo a Maira con voz grave: “Maira, espera aquí por un momento. Volveré en cuanto deje a Rita en casa.”
Pero, aunque Maira escuchó sus palabras, no levantó la mirada y solo sonrió, diciendo: “No te preocupes por mi, acompáñala tú.”
Aún agarrada de su manga, Rita insistió, “Vamos, Leito. ¿Crees que les gustará el regalo que traje para los abuelos? Siempre decían que mis regalos eran más considerados que los de su propio nieto.”
Leonardo se dejó llevar mientras cerraban la puerta del cuarto. Maira ya no pudo mantener su sonrisa.
Sentía el corazón como si alguien lo apretara con cristales rotos, doloroso y punzante.
¿Por qué le arrebataban la felicidad justo cuando estaba a su alcance?
¿Acaso había cometido tantos errores en su vida pasada para merecerse este destino?
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Maira se sentía derrotada antes de luchar, sabiendo que, con la vuelta de Rita, Leonardo ya no tendría espacio para ella en su corazón.
Se sentia bastante ridiculizada.
Leonardo, ya en el carro, dudaba y no arrancaba. Rita también estaba ansiosa, tratando de mantener la conversación, pero el respondía con monosílabos, perdido en sus pensamientos.
Al final, apagó el motor y dijo “Espérame aquí por un momento”, antes de salir corriendo.
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