Capítulo 2256

Asier estaba ahí, en medio de la incertidumbre, preguntándose si realmente valia la pena sacrificar su vida por una mujer que ni siquiera le había dirigido una mirada sincera. Había hecho tanto por Raquel, incluso mancharse las manos para protegerla de Maira y Rocio. Todo para que ella siguiera siendo la dama inmaculada que él tanto idealizaba

Pero ¿cómo le correspondía Raquel en cada ocasión? Ni siquiera lo amaba. En ese momento, se dio cuenta claramente de este hecho. Mientras él estaba alli, arriesgándose todo por ella, probablemente Raquel estaba en su casa, disfrutando de una copa de buen vino, como si nada de esto tuviera que ver

con ella. Su vida estaba en ruinas por esa mu

“¿Vas a dejar que una mujer asi te arruine la vida? ¿No te parece patetico?”, interrumpio Leonardo en el momento justo, con una voz que desprendía una mezcla de compasión y reprensión.

Asier lo miró con furia. “¿Qué sabes tú? No tienes idea de cuánto la amo. Por ella soy capaz de cualquier cosa. Ustedes, los ricos, jamás entenderán nuestros sentimientos.”

“¿En serio? Si la amas tanto, ¿ella te ama a ti?”, replicó Leonardo, y con esa pregunta, Asier se quedó sin palabras. No podia responder porque sabía que Raquel nunca lo habia amado.

“La verdad es que ella no me presta atención. Es como una estrella en el cielo, inalcanzable para alguien como yo. Con solo poder verla desde la sombra, ya me doy por satisfecho”, dijo Asier con un suspiro que parecía un lamento por su amor no correspondido.

Leonardo no se dejó conmover. “Deja de engañarte, ¿crees que tu amor es tan grandioso?”

Asier estaba que echaba chispas, con ganas de lanzarse sobre ese hombre adinerado y borrarle la sonrisa del rostro. “¡Qué sabrás tú! ¡Un rico como tú jamás podría entenderlo!”

“Lo que digo es que estás usando tu supuesto amor como excusa para no enfrentar tus propias limitaciones.”

Lía, que habia estado observando la escena, apretaba las manos nerviosamente, temiendo que las palabras de Leonardo enfurecieran más a Asier y Rocio acabara pagando las consecuencias.

Pero la atención de Asier ahora estaba totalmente sobre Leonardo, que seguía desafiandolo. “Si realmente amas a una mujer y sientes que no eres digno de ella, deberías esforzarte por ser mejor, no estar aquí lamentándote por un amor que solo existe en tu cabeza.”

Asier nunca había escuchado tal opinión. Las palabras de Leonardo lo dejaron atónito. “¿Estás bromeando? ¿Crees que todos tienen los medios que tienes tú? Solo alguien con tu posición puede hablar de esa manera. Sin tu poderosa familia Ibarra detrás, ¿qué serías?”

Leonardo sonrió ante el comentario, algo que había oído innumerables veces desde que nació. Después de tantos años, ya se había cansado de escucharlas.

“¿De qué te ries? ¿No es cierto? Si yo tuviera el apoyo de una familia como la tuya, ¡también podria lograr lo que tú!”

En un arranque de furia, Asier

Co una pequeña navaja y la agitó en el aire, como si estuviera dispuesto

a usarla contra Leonardo en ese mismo instante.

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