Receta para robarle el corazón al Dr. Farel novela completa
Capítulo 491

—Bueno, está bien. — Joan ocultó su sonrisa nerviosa.

Justo en ese momento, Blanca salió de la habitación.

Joan se apresuró a entregarle la comida.

—Señorita Blanca, buenos días, esto es un desayuno especial preparado por el Sr. Haro para ustedes. Hay de todo tipo de comida, por favor, acepte. —

Blanca le echó un vistazo al logo en la bolsa y murmuró.

—Tu Sr. Haro sí que es rápido, incluso más que mis pedidos de comida a domicilio. —

—¿Para qué pedir comida a domicilio? Eso no es bueno para la salud. La Srta. Evrie debe cuidarse y no perder nutrientes. —

Joan sabía cómo hablar, su discurso era convincente.

Con entusiasmo, metió la bolsa en las manos de Blanca —Señorita Blanca, ya que está comprado, sería una pena desperdiciarlo. —

—…— Sin palabras, Blanca aceptó la bolsa, —Está bien, se lo llevaré a Evi ahora mismo. —

Evrie ya estaba despierta y al ver la comida que Blanca traía, adivinó fácilmente quién era el remitente.

—Come, alguien quiso que te la entregara a través de mí. —

Blanca le preparó una pequeña mesa mientras colocaba la comida sobre ella.copy right hot novel pub

Había una variedad de comida, todas eran cosas nuevas que Evrie nunca había probado de Farel.

Ella respiró hondo y cogió el tenedor.

No tenía apetito, pero ya que la comida estaba frente a ella, si no comía al menos un poco, posiblemente la etiquetarían de caprichosa, cruel y sin corazón.

Bajó la cabeza y comenzó a comer en silencio.

Blanca comió una porción con ella y luego salió para hacer una llamada.

—Hoy me tomaré el día libre para estar contigo, luego nos iremos a casa. —

Evrie le respondió —En realidad, puedo volver sola. —

Después de recibir la inyección anoche, ya se sentía mucho mejor.

Solo era que la lluvia había sido muy fuerte y en el hospital el médico había querido observarla durante una noche, por eso se habían quedado.

El cielo se había despejado, el sol brillaba y ella también se sentía mucho mejor.

—¿Cómo podría ser? El día que regresaste a Alnorter, Valerio me llamó tres veces, diciéndome que debía cuidarte bien. Si se entera de que estuviste en el hospital, ¿no vendría corriendo aquí? —

Blanca hablaba mientras se alejaba con el teléfono.

Se detuvo en la entrada del pasillo, dio indicaciones a sus subordinados con una llamada, saludó a Rosana y luego solicitó un día libre en su teléfono.

—El hijo del presidente del Grupo Hidalgo te está invitando a comer. —

De repente, una voz detrás de ella la sobresaltó

Se giró asustada y vio el rostro sereno de Farel.

—¿Qué haces aquí? Me has dado un susto. —

Se tocó el pecho y luego reaccionó a lo que había escuchado —Espera, ¿qué has dicho? ¿Quién me está invitando a comer? —

—El hijo del presidente del Grupo Hidalgo, Ion Hidalgo. —

—¿Ion? — Los ojos de Blanca se iluminaron —¿Es ese Ion que siempre está comprando terrenos y construyendo edificios?—

Farel asintió —Tiene un proyecto en sus manos, de gran inversión, y ha querido que tú te unas desde hace tiempo. —

Farel desvió la mirada y le dijo en voz baja:

—Hace un tiempo nos pidió que te contactáramos para hablar contigo en persona, pero probablemente Berto te ocultó todo.—

Blanca se quedó atónita.

—¿Este loco se atrevió a interceptar mis negocios y a impedirme ganar dinero? —

Eso era imperdonable.

De inmediato sacó su teléfono con la intención de bombardear a Berto con mensajes.

Justo en ese momento, un número desconocido llamó a su teléfono.

Farel le echó un vistazo a la pantalla del teléfono de Blanca y le comentó con indiferencia —Es Ion. —

Blanca dudó por un momento antes de contestarle.

—Hola…—

—Señor Ion, es un placer saludarle… ¿Ir a comer? Por supuesto, cualquier día menos hoy me vendría bien. —

Después de colgar, Blanca se mostró ansiosa.

Ion insistía en que solo podía hoy.

Pero Evrie todavía estaba en el hospital, Blanca no podía irse así como así.

Si rechazaba a Ion, posiblemente se perdería un contrato importante.

Mientras dudaba, Joan se acercó con tacto y comenzó a hablar.

—¿Él? —Blanca miró a Farel de reojo.

Farel se arremangó, se ajustó el cuello de la camisa y comenzó a hablarle con seriedad.

—Será un placer. —

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