Evrie llegó a la sede central.

El ambiente en la oficina estaba silencioso y opresivo, nada parecido a su habitual bullicio y relajación.

Diego la atrajo hacia un lado y señaló la oficina de Simeón.

—Evi, por fin has vuelto, el Sr. Simeón quiere que pases a verlo. —

Evrie asintió, recogió varios montones de propuestas de diseño y documentos de su estación de trabajo y se dirigió a tocar la puerta.

—Adelante. —

Se escuchó la voz desde dentro.

Evrie calmó su estado de ánimo y abrió la puerta.

Simeón estaba sentado detrás de su escritorio, viendo una tableta, absorto en sus asuntos.

Evrie le hizo una reverencia profunda.

—Señor Simeón, antes que nada, lamento mi fracaso y la carga que le he causado, lo siento mucho. —

Terminó de hablar, abrió los documentos que llevaba y los extendió frente a Simeón.

—Pero esto no es normal, según nuestras estimaciones previas, la Plaza de Plata nunca debería haber tenido este problema, y menos colapsar tan rápido. —

—Por eso sospecho que alguien ha saboteado el edificio. Por favor, deme la oportunidad de investigar. —

Simeón le habló —Deja el proyecto por un momento, siento que tu situación personal es más preocupante ahora. —

Mientras hablaba, le pasó la tableta a Evrie.

Evrie la tomó instintivamente.

De un vistazo vio varios titulares explosivos y una serie de fotografías sangrientas.

Al agrandarlas, se dio cuenta de que la persona en ellas era Margarita, su vestido blanco teñido de rojo por la sangre, tendida bajo un Range Rover, siendo llevada por la policía.

Cada imagen era desgarradora.

Cada imagen era una declaración de la arrogancia de los poderosos abusando de los débiles.

El rostro de Evrie palideció al instante.

Pronto entendió lo que estaba pasando.

Era Margarita quien estaba detrás de todo.

Ella estaba utilizando la opinión pública para vengarse.copy right hot novel pub

—Así que fue ella, ella regresó para vengarse de mí. —

Evrie miró las fotos, sus dedos se pusieron ligeramente pálidos.

Evrie guardó silencio por un momento —Entendido, encontraré una solución. —

La opinión pública crecía como una avalancha.

Todos estaban condenando a los poderosos e influyentes.

En este furioso mar de redes, la verdad parecía insignificante.

Evrie sacó su teléfono y llamó a la policía.

Denunció a Margarita por difamación y daño a la reputación de otros.

El policía, al escuchar su nombre, no procedió de inmediato, sino que con experiencia le aconsejó.

Evrie guardó silencio.

Tenía razón.

Si no se defendía, sería tildada de cobarde por los demás, admitiendo su culpa por no hablar.

Si se defendía, sería acusada de usar su influencia para blanquear su imagen.

Su identidad ya estaba expuesta.

De cualquier modo, era indiscutiblemente una miembro de la Familia Haro.

Por primera vez, Evrie sintió que estaba sin salida.

El movimiento de Margarita no le dejaba ninguna opción.

—¿Eh? Las tendencias han desaparecido. —

Evrie abrió la página web en su teléfono.

Efectivamente, los titulares explosivos de hace un momento habían desaparecido sin dejar rastro.

—Bibibi—

El teléfono vibró, la pantalla mostraba el nombre de Farel.

Evrie atendió instintivamente.

La voz calmada y firme de Farel resonó.

—No te preocupes, sigue con tu trabajo como de costumbre, yo me encargaré de todo. —

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