¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
Capítulo 426

Capitulo 426

Al escuchar la voz de Jimena, Elia intenté controlar el panico que la dominaba, y le dijo a Jimena: “Tengo que regresar a casa por un asunto, no voy a descansar en tu casa esta noche. No te alarmes si no me ves cuando te levantes mafiana.”

Termina de hablar, y luego le eché un vistazo a Asier, cuya mirada profunda y opresiva la observaba Esa mirada helada era como una cuchilla invisible que estaba colocada sobre su cuello, provocandole un miedo que la hacia sentir como si su corazén fuera una pelota de ping-pong, rebotando frenéticamente. Era como si estuviera a punto de ser colocada sobre una parrilla.

Roz6 para que Jimena lograra espabilarse y entender el mensaje oculto en sus palabras. De lo contrario, ninguna de las dos lograria escapar

En el pequefio espacio, la presion era baja y la atmdsfera era tensa hasta el punto de ser aterradora Elia podia escuchar el latido de su corazén, que parecia a punto de romper su pecho.

Los ojos de Asier la observaban fijamente, y su sensacién de opresion se intensificaba.

Justo cuando los nervios de Elia estaban a punto de romperse, se escuché la voz de Jimena a través del teléfono: “Ah, estaba dormida. ;Por qué tienes que inte tan tarde? ;Sucedié algo importante o es que no te atendi bien?”

Al escuchar esto, Elia se relajo. En silencio, se sinti6 agradecida por su amiga leal.g2 Afortunadamente, le conto a Jimena todo lo que estaba pasando con Asier

Eso les permitié tener este entendimiento tacito en un momento critico.

“No, no es eso. Me di cuenta de que olvide traer la ropa que necesito para trabajar manana. Incluso me bafié con tu vestido. Para no tener que apurarme mafana, decidi volver a casa” respondi Elia, continuando con su actuacién

“Bueno, entonces te invitare a nuestra casa otra vez.” dijo Jimena

“Claro, sigue durmiendo Adis y colgo al instante

Elia miro a Asier con inocencia, como si estuviera buscando su aprobacién: “Ves, no te menti.” Apenas termino de hablar, Asier la sostuvo por la nuca con su mano, y con un movimiento la hizo acercarse a él.

Elia se asusto, sus ojos se abrieron de par en par Penso que iba a besarla, asi que detuvo su respiracion, preparandose para que la besaran a la fuerza a la fuerza

Sin embargo, cuando su rostro estaba solo a unos centimetros del de el, se detuvo

Asier aparto un mechon de cabello de su frente con un gesto que, aunque dominante, tenia un toque de ternura.

En este momento, solo estaban a tres centimetros de distancia. Elia podia ver claramente su rostro atractivo y firme, su nanz recta, sus labios sensuales, incluso los poros de su piel

Y sus ojos profundos, con largas pestafias que la hacian marearse por su seduccion.

Incluso podia sentir su aliento masculino.

Era sexy, seductor, dominante, y la hacia perder el control facilmente. En ese momento detuvo su respiracion y se quedo inmévil.

;Por qué te lavaste el cabello si todavia no ha cicatrizado la herida en tu frente?” Asier le pregunto con reproche

Mirc la cicatriz roja y fresca en su frente. Esta cicatriz, si se mojaba, podia infectarse

Su frente también estaba sudada

Si el sudor entraba en la herida, la henda podia empeorar

Elia se sorprendi6, su nerviosismo dio lugar a su sorpresa. ;Asier de verdad se estaba preocupando por ella?

Tenia picazén en la cabeza, no pude resistirme “respondié Elia

Asier la miro con desaprobacion, la llevo a su lado y la sent6

Bajo la particion del auto y le ordend a Bruno “Vamos al hospital.”

Elia dijo “Sr Gnera, estoy bien, la henda ya ha comenzado a cicatrizar, estara bien en unos dias.” Aser la muro fiamente, con una mirada intimidante

Elia se detuvo sin atreverse a hablar més.

En el hospital

Después de la emergencia

El médico desinfecté la harda de Elia y le dijo. “Esta casi cicatrizado, ya no necesitas vendarle. Pero atin debes tener cuidado de no majar in hands, si se infesta, puede empeorar de nuevo.”

Ela asinti6é continuamente a las instrucciones del médico “Aja, al si

Al sau del hospital, Asier camino delante de alla Su figura alta y robusta inadiaba una faldad que lo hacia intocable

Eka lo sagula, sin atreverse a decir nada mas