¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
Capítulo 1818

Capitulo 1818

Esta vez, la respuesta no solo vino de su madre, sino también la afirmacion de su padre. La expresion de Abel se iluminé visiblemente con alegria. “Qué maravilla! jria y Inés van a estar tan felices que querran saltar de alegria!

Abel no solo estaba feliz por si mismo, sino también por Iria e Inés. Alver a Abel tan contento, Elia también se sentia calida por dentro y acaricié suavemente su tierna cabecita,

Hablan pasado tres afios desde que habia visto a su hijo. Ahora que lo hacia, su corazon se sentia tierno, y la sensacion de afioranza y soledad se ahviaba

Estar con las personas importantes hace que todo lo demas, como el prestigio y la riqueza, parezca no tener importancia.

Pronto, el carro se detuvo en la entrada de la academia militar. Abel sabia que era hora de bajarse, se volvio y, con un aire de no querer irse, dijo a Asier y Elia: “Papa, mama, me voy”

Al escuchar el tono de Abel, que no queria irse, Elia no pudo evitar sentirse emocionada, pero aun asi tuvo que resistir el sentimiento de no querer separarse y con una sonrisa, le dijo a Abel: “Te acompafaré hasta la entrada.”

Abel no respondi6 de inmediato, sino que mir6 a Asier como pidiendo permiso.

Asier dijo: “Ve, yo esperaré a tu mama aqui en el carro."g2

Abel se alegré y tomo la mano de Elia: “Mama, baja, pero despacio.” Con el apoyo de Abel, Elia baj6 del carro.

Abel, sujetandola de la mano, la guio felizmente hacia adelante. Al llegar a la entrada de la escuela, Abel se la present con orgullo: “Mira, mama, esta es la escuela donde estudio con mis hermanos y hermanas. ¢Verdad que es imponente y majestuosa? Y te cuento, los instructores son muy interesantes. Aunque son serios en clase, realmente nos tratan bien.”

Elia podia escuchar el orgullo en las palabras de Abel. Siguiendo su descripcion, miré hacia la escuela. En la entrada, habia dos jévenes en uniforme militar, parados firmes y rectos, proyectando una sensacion de solemnidad.

El exterior de la escuela tenia una forma similar a la de una gran fortaleza, con banderas nacionales colocadas alrededor. Esa atmosfera era sagrada y conmovedora.

Esa era la emocion del amor por la patria y la familia.

Elia solo observo el perimetro de la escuela y su atmésfera solemne, y pudo comprender el orgullo en las palabras de Abel, sintiendo esa emocion como si fuera suya.

Volviendo a la realidad, Elia dijo a Abel: “Es una excelente escuela, y cuando conozca a tus instructores, les agradeceré de corazon.” Agradecida por haber educado a su hijo tan bien, ensefiandole a amar a su familia y a su patria, por darles una educacion tan valiosa.

Los nifios de siete u ocho afios suelen ser todavia muy pequefios para entender, pero su hijo ya sabia amar a su pais y a su familia, y tenia un claro sentido de lo que estaba bien y lo que estaba mal, una educacion verdaderamente excepcional.

“Mama, la puerta de la escuela esta abriendo, tengo que entrar,” dijo Abel, mirando hacia la gran puerta que un joven soldado estaba abriendo especialmente para €l, ya que su permiso habia terminado. “Claro, entra ya, dijo Elia, llevandolo hacia la entrada.

La puntualidad de la escuela y el fuerte sentido del tiempo de Abel le hicieron sentir a Elia la seriedad de la academia militar y su estricto sistema, haciéndola sentir mas rigurosa también.

Abel entr6 en la escuela y, en el tltimo segundo antes de que la puerta se cerrara, se volvio y le hizo una sefal de despedida a Elia.

Elia se quedo parada alli, y al ver que Abel le saludaba, rapidamente levanto la mano para corresponder, siempre con una sonrisa en su rostro.

Cuando la puerta se cerro, cortando completamente su vista de Abel, las lagrimas que habia contenido finalmente cayeron.

Esas lagrimas eran complejas, no solo por no querer separarse de Abel, sino también por el orgullo de tener un hijo tan comprensivo y por la emocion de saber cuanto la amaba él.

Después de estar un momento en la entrada, Elia se seco las lagrimas y se gir6 para volver,

Desde la ventana del carro, Asier observaba a Elia, que no estaba lejos. Su mirada profunda y oscura reflejaba su intensidad y profundidad.