¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia -
Capítulo 1735
resentimiento acumulado estaba a punto de estallar como un volcan.
Capitulo 1735
"¢Como te atreves a gritarme?” Marisa abri6 los ojos de par en par, las lagrimas cafan a borbotones, mirando a Orson con incredulidad y corazon roto.
Su hijo, a quien habfa cuidado y contemplado con tanto amor, por quien habfa planeado y preocupado tanto, jle habia gritado!
El corazon de Marisa estaba hecho pedazos, sintiendo que todos sus esfuerzos y sacrificios de los ultimos aos se habfan triturado, dejandola desolada y en profundo dolor.
Marisa asintié con lagrimas en los ojos: “Oh, ya has crecido, tus alas se han fortalecido, ahora incluso has aprendido a gritarle a tu madre. Orson, ;cémo puedes tratarme asi?”
Al ver que Marisa estaba genuinamente herida, Orson también se dio cuenta de que habia hablado demasiado fuerte, sin controlar sus emociones. Parpaded y se acercé a Marisa, intentando explicarse: “Mam, yo...”
“iNo me llames mama!” Marisa sollozé: “No tengo un hijo como tu!”
tap
"¢Qué pasa aqui, por qué estan discutiendo?” el abuelo Salcedo entré apoyado en la abuela Salcedo y pregunt6 seriamente.
Al ver a Marisa llorar y a Orson con el rostro desencajado, el abuelo Salcedo suspiré y le dijo a Marisa: “Orson apenas vuelve a casa por unos dfas, jacaso no pueden sentarse y hablar en lugar de armar un alboroto? Solo tienes un hijo, ;realmente quieres romper la relacion con éI?”
Marisa, con lagrimas en el rostro y aparentemente dolida, dijo: “Papa, este muchacho se esta volviendo cada vez més irrespetuoso, hace cosas sin consultarnos, ha sido corrompido por las mujeres de afuera..."g2
“Madre, ya te lo dije, no hables mal de Jimena”, Orson, que estaba dispuesto a disculparse al principio, por haber gritado a Marisa, estaba realmente incémodo al escucharla hablar mal de Jimena.
"iTa!" Marisa, furiosa, estaba a punto de replicar a Orson.
El abuelo Salcedo intervino con voz grave: “Basta, todos vengan a sentarse aqui y expliquenme bien lo que esta pasando.”
El abuelo Salcedo se sent en el sof, ayudado por la abuela Salcedo.
Orson también se senté.
Marisa se sentia perdida y apretaba con fuerza su cédula de identidad
“Marisa, ;qué haces de pie? Ven y siéntate”, le dijo la abuela Salcedo.
Marisa volvié en sf, y le pasé la cédula de identidad de Orson a la sirvienta, con la intencion de que la guardara en el estudio.
La abuela Salcedo, notando su movimiento, dijo: “Trae eso también, seguramente la discusion. fue por lo que tienes en la mano.”
La sirvienta, que iba a recibir la cédula, se detuvo, esperando las instrucciones de Marisa.
Marisa fruncié el cefio y, reteniendo la cédula, le indic a la sirvienta que se ocupara de sus cosas y se sentd junto a la mesa de centro.
Le entreg6 la cédula a la abuela Salcedo, buscando tomar la iniciativa: “Mama, este chico hal aprendido a ser deshonesto, ise atreve a robar cosas en su propia casa, no sé para qué quiere robar ese documento! Debes saber que una cédula puede tener muchos usos, y si por accidente hace algo ilegal en nombre de un familiar, eso seria terrible.”
“Mama, sabes que necesito la cédula para casarme con Jimena, jpero hablas sin sentido! ;En tu corazon, soy alguien que harfa algo ilegal?” Orson no pudo soportarlo mas, la habilidad de su madre para tergiversar la verdad realmente no tenia limites.
"Orson, gqué dices, te vas a casar con Jimena? ;No es que ella tomé dos millones para cortar toda relacion contigo?” el abuelo Salcedo expres su sorpresa.
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