¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia -
Capítulo 1380
Capitulo 1380
Elia se quedé congelada por un segundo, su respiracion se volvié ligeramente erratica, ella entendfa perfectamente qué significaba la pregunta de Rayan.
Querfa saber si deseaba ir a hacerse la prueba de paternidad con Maximiliano, si queria reconocerlo como su padre.
La palabra “padre” habia sido un término que ella alguna vez esperd y anhel6 con todo su corazén. Cuando era nifia, veia como otros tenian el carifio de un padre, cémo eran amados por ellos, y también habia sofiado con la aparicién del suyo.
Querfa sentir el amor de un padre, deseaba que su madre tuviera a alguien que la cuidara.
Pero al crecer, la llegada de Gabriel destruyé todas sus bellas fantasias sobre lo que significaba tener un padre.
Para ella, la palabra “padre” se habia convertido en una especie de pesadilla.
Aunque habia sido un error, Gabriel no era su verdadero padre.
Pero fue ese error, fue esa conexién de sangre, lo que hizo que Asier la odiara profundamente y que buscara maneras de torturarla.g2
La relacion entre ella y Asier se habia enfriado hasta el punto de no hablarse el uno al otro.
Y su madre también habia sufrido mucho por culpa de Gabriel, habia soportado humillaciones y, al final, habia muerto con un profundo pesar por ese hombre,
Elia habia desarrollado un temor profundo a la palabra “padre”, le aterraba la idea de que un extraio pudiera de repente convertirse en la persona més cercana a ella.
Con un suspiro doloroso y la respiracién entrecortada, Elia giré su rostro, evitando responderle a la pregunta de Rayan.
Viendo la expresion dolorosa de Elia y su negativa a responderle, Rayan también tuvo la delicadeza de no preguntarle mas, y le dijo: “Respeto tu decision, no estas bien de salud, descansa.”
Tres dias después.
Vania, con una perla en mano, habia preguntado por todas partes y, finalmente, en una cafeteria de ocio de alta gama, se encontré con Maximiliano.
El ambiente del café era tranquilo y acogedor, Maximiliano estaba sentado junto a una mesa de café, con una taza de café en sus manos, mientras un empleado, con destreza, preparaba un café de filtro.
Después de saludar a los guardias de seguridad en la entrada, Vania entré y vio a Maximiliano, vestido con un traje sencillo de color gris azulado. A pesar de estar en la mediana edad, su presencia era distinguida, elegante, amable y serena.
Desprendia un aura de intelectualidad y un lujo discreto.
Mientras el barista preparaba el café, el vapor blanco se enroscaba alrededor de Maximiliano, el aromal del café llenaba la habitacion privada, y con su cabello ligeramente canoso, parecia una figura mitica emergiendo entre la niebla, una vision casi celestial.
Vania apret6 el bolso que llevaba a su lado y se acerco lentamente hacia él.
Antes de llegar, habia ensayado lo que queria decirle a Maximiliano, pero al verlo en persona, al sentir
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esa nobleza que irradiaba de él, comprendié que no era alguien a quien se pudiera abordar con facilidad.
Inconscientemente impresionada, se encontré incapaz de recitar sus lineas preparadas.
Se acercé a Maximiliano y forzé una sonrisa cortés en su rostro: “Sr. Maximiliano, lo he estado buscando por tres dias...”
Al oir su voz, Maximiliano levanté sus tranquilos parpados, le eché un vistazo y puso su taza de café en la mesa, dando una senal al barista: “Puedes irte ya.”
El barista, que acababa de servirle el café, sonrié y asinti6 con la cabeza a Maximiliano antes de levantarse y retirarse.
"Siéntate”, le dijo Maximiliano con un gesto.
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