¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
Capítulo 1366

Capitulo 1366

Las puertas de la sala de urgencias se cerraron, dejando la palabra “emergencias” resplandeciendo en letras grandes.

Elia se desplomé en el suelo, su corazén apretado, su respiracion pesada y entrecortada, sintiendo que todo el cielo sobre su cabeza era negro.

Sus manos apoyadas en el suelo estaban cubiertas de sangre, un charco rojo sombrio se extendia ante sus ojos, tirando de su corazén con un dolor punzante.

Temblaba al respirar, sus lagrimas calan una a una, y con manos temblorosas levanto la vista, a través de sus ojos borrosos por el llanto, solo veia el color rojo oscuro de la sangre.

Era la sangre de Asier.

En la ambulancia, el médico habia intentado detener la hemorragia de Asier con algodén, pero todo se tefifa de rojo, y la sangre segufa brotando de su herida incansablemente.

Elia no podia sacar de su mente la imagen de Asier en la ambulancia, su corazén se retorcia con un dolor agudo.

Al final del pasillo de la sala de urgencias, una enfermera corria hacia la puerta, casi tropezando con Elia, quien estaba sentada en el suelo. Afortunadamente, la enfermera se detuvo a tiempo. Llevaba un montén de equipo médico en sus manos, y casi se le cafa al frenar precipitadamente, pero logré estabilizarlo a tiempo.

La enfermera, alin nerviosa, miré hacia Elia y le dijo precipitadamente: “Sefiorita, hay una sala de curaciones no muy lejos de aqui. Deberias ir a atender tus heridas. Tengo que llevar estos suministros. al paciente que estamos atendiendo de urgencia, no puedo ayudarte, pero si puedes levantarte, ve por tu cuenta. g2

Dicho esto, la enfermera se apresuro hacia la sala de urgencias.

Elia se levant6 del suelo con dificultad, queriendo seguir a la enfermera adentro. Necesitaba ver como estaba Asier ahora.

Pero apenas se habia puesto de pie cuando la enfermera ya habia entrado y cerrado la puerta detras de si.

La distancia entre ella y Asier volvia a estar marcada por esa puerta.

Como sus vidas, la primera vez que se separaron fue porque Asier la odiaba, la segunda porque ella lo odiaba a él.

Ahora, ella no queria odiarlo, solo deseaba que él pudiera vivir bien, que siguiera con vida sin dafo alguno.

Si él podia seguir con vida, ella haria todo lo que él quisiera, sin oponerse nunca mas.

Elia se mantuvo de pie con esfuerzo, sus piernas débiles estaban sosteniendo todo su cuerpo, mientras se aferraba a la puerta de vidrio intentando ver lo que sucedia adentro.

Aunque la puerta de la sala de urgencias era de vidrio, no podia ver nada de lo que estaba pasando adentro.

Mientras trataba de mirar hacia dentro, la tropezara y casi cayera.

erta se abrié de repente desde el interior, haciendo que Elia

La enfermera que abri6 rapidamente le agarré los hombros y le dijo con urgencia: “;Eres un familiar del paciente? Esta perdiendo mucha sangre, necesitamos transfusiones urgentemente.”

“jUsen mi sangre, soy tipo B!" Ella le respondi6 con nerviosismo y urgencia, con una mirada frenética y desesperada.

Ella extendié su brazo, pidiendo que le extrajeran sangre.

La enfermera, comprendiendo su desesperacion por ayudar, tuvo que informarle de una realidad cruel.

"El paciente es tipo AB, y esa sangre no la tenemos en abundancia en nuestro hospital.”

"jQué!" El corazdn de Elia se tambaled, temiendo que Asier pudiera tener una complicacién repentina y

falleciera.

En ese momento, su mente era un torbellino de confusion.

"Piense si tiene algun familiar, necesitamos que vengan a donar sangre lo antes posible.”

Elia, angustiada y llorando, exclamé: “No traje mi teléfono, ;podria prestarme el suyo para hacer una llamada?”

Las palabras de Elia temblaban con la urgencia, suplicando con sinceridad.

La enfermera traté de calmarla: “Tranquila, te prestare mi teléfono. Espera, primero vamos a limpiar esas heridas en tus manos.” La enfermera la llevo fuera, donde en su bandeja tenfa listo un frasco de yodo.

Pidi6 a Elia que extendiera las manos, y al verlas cubiertas de sangre, sintié un escalofrio de preocupacion.

Elia, apurada por hacer la llamada, extendié obedientemente sus manos.