Capitulo 1326

“Rosalinda, ti que siempre te ves tan bondadosa y honesta, ;como pudiste hacer algo asi?” le reprochd la viejecita del club de juegos, sefialandola con el dedo.

“Confiaba en ti para jugar una partida siempre que tenfamos un rato libre, y mira lo que haces, seduciendo a un hombre casado y acostandote con él. Ya con esa edad y sin un apice de verglienza, qué descarada.”

Una anciana con la que Rosalinda se llevaba bien también se uni6 al coro de murmullos.

“Ya no quiero que juegues poker conmigo, me preocupa que tus manos ensucien mis fichas.” Un viejito la reprendié con severidad, agitando su dedo en el aire y maldiciendo a Rosalinda.

Esas personas, companeros habituales de juego de Rosalinda, que compartian con ella las pequefias cosas de la vida y parecfan preocuparse genuinamente.

Sin embargo, esos mismos que Rosalinda valoraba, en ese momento la despreciaban, con miradas de desdén y un mar de palabras hirientes que casi la ahogaban.

Rosalinda temblaba y respiraba con dificultad, y su celular se le cayé de las manos al suelo.

Su cuerpo se tambaled hacia atras con la verglienza y el enojo sacudiéndola hasta hacerla llorar. Grit con furia: “jYa basta! jUstedes no saben nada, qué derecho tienen para juzgarme! Les diré, lo mas indtil aqui son ustedes. Dia tras dia solo saben jugar, perder dinero y criticar a los demas. ;Qué mas saben. hacer?”

Rosalinda estaba al borde del colapso, con una tormenta de dolor y rabia girando en su interior, arrasando su pecho y mente.g2

Sefial6 temblorosa a los que la habfan atacado con sus palabras.

Cuando todo iba bien, la trataban con calidez y generosidad, pero en cuanto surgia un escandalo, nunca intentaban ver las cosas desde su punto de vista, como si ella fuera su enemiga.

Una palabra amable puede calentar el invierno, pero una palabra cruel puede ser mas fria que el invierno.

Rosalinda finalmente entendié que esos supuestos amigos no eran mas que gente malintencionada.

“Incluso si no hiciéramos nada més, nunca seduciriamos a un hombre casado. Tu eres la que no tiene verglienza, pero acusas a los demas,” bufé la viejecita del club de poker.

Rosalinda sintié que el aire en sus pulmones se escapaba de golpe, inundada de dolor y lagrimas, su esperanza se desmorond

"Si, yo no tengo verglienza! Ustedes son los virtuosos, los que tienen dignidad,” exclamé Rosalinda, lanzando el celular de la viejecita al suelo y avanzando con paso inestable.

En ese momento, se sentia como una sombra errante, toda su energia drenada.

Tambaledndose por las calles, Rosalinda siempre habia valorado su reputacién por encima de todo. Pero justo en ese momento, su orgullo de toda la vida se desvanecié frente a esos ancianos, dejandola expuesta y humillada

Los viejecitos del club de poker la siguieron, apuntando a su figura tambaleante en la calle, riéndose y murmurando maliciosamente como si disfrutaran del espectaculo.

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Capitulo 1326

Rosalinda caminaba con lagrimas cubriéndole la cara, con su mirada vacia, con coches pasando. peligrosamente cerca sin que ella se diera cuenta o intentara esquivarlos.

Por suerte, un conductor freno a tiempo y gir6 el volante, evitando una tragedia.

Sobresaltado, el conductor se asomé por la ventana y le grité a Rosalinda: “Si quieres morir, hazlo lejos de aqui! jQué haces vagando por la calle!”

Después del grito, el conductor se alejo.

Pero esas palabras cayeron como una maldicién sobre Rosalinda.

Su corazon se sintié aplastado, dolorido en extremo.

;Acaso ya no merecia estar en este mundo por ser tan vil?

Justo cuando Rosalinda se encontraba mas desanimada, sono el teléfono en su bolsillo.

Era una llamada de un nimero desconocido.

Rosalinda la atendi6 sin &nimo alguno.

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