¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
Capítulo 1274

Capitulo 1274

Su rostro estaba pegado al pecho de Asier, quien ain levaba puesta la camisa del dia anterior, sin haberse cambiado. La prenda conservaba la esencia varonil de su piel y la calidez de su cuerpo.

El olor se filtraba por las fosas nasales de Elia, provocando un revoloteo en su corazén que regresaba a la conciencia.

Elia contuvo la respiracion, cuidadosamente empujo el brazo con el que Asier la rodeaba y se levanté de la cama, tratando de no hacer ruido para no despertarlo.

Fue al bao, se cepill6 los dientes, sé lavé la cara y, al salir, estaba a punto de irse del hotel en silencio cuando vio que Asier tenfa los ojos abiertos y la observaba atentamente.

Elia se detuvo un segundo, luego sonri6 y dijo: “Qué madrugador.”

“No més que td,” contestd Asier, levantandose y acercandose a ella con zancadas largas.

Con su presencia imponente acercandose, Elia retrocedi¢ instintivamente.

"Ya sabes qué quieres desayunar?” pregunto Asier, deteniéndose a medio paso de ella y bajando la cabeza para mirarla

Elia negé con la cabeza: “Adn no lo se."g2

Qué te gustaria?” La voz de Asier era suave y grave.

“No lo he pensado... quiero ver donde esta mi mama para decidir qué comer,” respondio Elia, alzando la vista hacia los ojos de Asier.

Asier la mir6 en silencio, su mirada intensa hacia palpitar el corazén de Elia, y justo cuando pensé que él se opondria, escuch6 su voz grave: “Ve entonces.”

Los ojos de Elia se iluminaron, sorprendida y feliz al mismo tiempo, y entendié por su semblante serio que él hablaba en serio, asi que rapidamente se dio la vuelta y se fue.

Asier observo como se alejaba antes de regresar al bafio a asearse.

Una vez fuera de la habitacion, Elia se dio cuenta de que no tenia idea de donde estaba Rosalinda. La noche anterior, habia tenido la intencién de buscar a Rosalinda, pero habia acabado en brazos de Asier y se habfa dormido sin mas.

Ahora, despierta al amanecer, no sabia dénde habfa pasado la noche su madre ni dénde estaba ahora.

Elia sac su teléfono y llamé a Rosalinda.

Pronto, la llamada fue contestada y la voz de Rosalinda resoné: “Elia, ya te acordaste de mi.”

Estas palabras hicieron que Elia se sintiera un poco avergonzada por no haber pensado en su madre la noche anterior.

"iMama, donde estas?” pregunté con preocupacion.

“Estoy en la cafeteria del hotel, baja y come algo para recuperar tus energias,” dijo Rosalinda antes de colgar.

Elia sinti6 calor en las mejillas, aunque Rosalinda no habia dicho mucho, ella interpreté el comentario de su madre acerca de “recuperar energias” de una manera un tanto sugestiva.

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Con las mejillas rojas, guardé el teléfono en el bolsillo y tomé el ascensor al primer piso, sin preocuparse més por Asier.

Después de todo, él no necesitaba que ella se ocupara de él; si queria desayunar, seguro que encontrarfa cientos de formas de hacerlo, ;no?

Al llegar al restaurante en la planta baja, Elia vio desde lejos a Rosalinda y a Ramiro sentados juntos, con platos que contenian huevos revueltos y churros delante de ellos.

Al acercarse, ambos dirigieron su mirada hacia ella.

Ramiro mantenia su habitual sonrisa célida y amistosa, que le daba un aire accesible y agradable. "4Y el gran hombre?" pregunté Rosalinda, mirando por encima del hombro de Elia.

“No vino,” respondié Elia.

Luego, mirando el desayuno de Rosalinda y Ramiro, comenté con una sonrisa: “Sefior Ramiro, usted que ha vivido tanto tiempo en Europa, ;también disfruta de estos desayunos sencillos?”

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