Capitulo 1271

Elia se levant6 de un salto y avanzé unos pasos para alejarse de Asier, como si con ese simple acto pudiera aliviar el bochorno de haber estado sentada sobre sus piernas.

Después de distanciarse, mir6 atras y not6 las miradas sorprendidas de los empleados del hotel. Con una sonrisa incémoda traté de disipar la tension y, levantando la mano en un gesto vacilante, dijo con una risita forzada: “Sigan con su trabajo, cambien las sabanas, por favor...”

Los empleados, ocultando su propia verglienza, asintieron respetuosamente y respondieron: “Claro, enseguida terminamos.”

Acto seguido, uno de ellos empezé a cambiar las sébanas de la cama més cercana a la puerta. El otro se apresuro a ayudar, ambos con movimientos giles y un aire de nerviosismo, evidenciando el deseo de terminar su tarea cuanto antes y retirarse de la habitacion.

Elia sabia muy bien por qué estaban tan ansiosos; habian presenciado el momento en que ella estaba sobre las piernas de Asier y seguramente pensaron que habian interrumpido un momento intimo entre ellos.

Solo de pensar que los empleados podrian estar imaginando lo que ella y Asier habian hecho en la cama, sentia que su rostro ardia como agua hirviendo.

Comparada con su incomodidad, Asier parecfa mucho més relajado. Se quedo sentado en la mesilla, con una pierna estirada y la otra doblada, las manos descansando casualmente sobre sus rodillas. mirando fijlamente a Elia con una expresion tranquila y profunda, como si solo ella existiera en su mundo y todo lo demas fuera irrelevante.

confianza, que disfruten su estancia.”

Al oir las palabras de los empleados, Elia, cuya cara habia comenzado a recuperar su color natural, volvi6 a enrojecer.

;Deseandoles una feliz estancia? ;Acaso habia algin mensaje oculto en eso?

“Ven aqui,” ordend Asier.

Los pies de Elia parecfan pegados al suelo, y aunque su mente le deca que se fuera, su cuerpo parecia obedecer la orden de Asier de acercarse.

La presencia de Asier era tan imponente que, a pesar de su resistencia interna, sus pies la llevaban hacia él.

Finalmente, su instinto superé su voluntad y se acercé.

Parada frente a él, pregunté: “;Cémo sabias que estaba en Frondosas? Te llamé ayer y no contestaste.”

"iCrees que puedes escapar de mi control?” Asier arque6 una ceja y extendi6 su mano hacia ella. Elia mir6 la palma abierta frente a ella, mordi6 su labio y finalmente colocé su mano en la de él. Asier la atrajo con fuerza y, con un giro, la acomodé en la cama, mirdndola desde arriba: “;El te hizo algo asi alguna vez?”

Elia sinti6 un nudo en el estémago.

15.07

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