Capitulo 1114

Vicente se sintié tremendamente incomodo con las palabras de Adela, que tenia la osadia de murmurar sobre él y Asier en su misma presencia.

iCiertamente se estaba buscando problemas!

Elia intervino mientras su semblante palidecfa.

Con una sonrisa forzada, Vicente intercalé: “El que no puede hablar bien, ;no es acaso un perro ladrando?”

Adela se puso visiblemente incomoda, queriendo contraatacar a Elia, pero fue Vicente quien habia mencionado la palabra “perro”.

Ella no tenia ninglin argumento para replicar.

Conteniendo su malestar, solté una risita y, halagando a Vicente, dijo: “Sr. Fuentes, disculpe la escena, la verdad es que su secretaria Elia es la hija ilegitima de mi esposo. Me preocupa que siga los pasos de su madre, sin verglienza alguna, coqueteando por aqui y por all4, deseando lo que ve en otros platos y siempre pensando en atraer a los hombres ajenos. No quiero que usted, Sr. Fuentes, caiga en una

trampa...

Vicente estaba a punto de responder cuando se escuché una voz fra y contundente, llena de autoridad

decir.

“De mi gente no se habla mal, ;quién se ha creido que es para atreverse?"g2

El tono de esa voz era tan penetrante que imponfa respeto de inmediato.

Todos dirigieron su mirada hacia el origen de la voz y vieron a Asier avanzando con paso firme, rodeado por sus guardaespaldas, con una presencia imponente y un aire gélido que parecia alterar el ambiente a su alrededor.

Elia, al ver que Asier era quien hablaba, se qued¢ sin aliento, sobrecogida por su aura dominante. Adela, al ofr sus palabras, palideci6 y su prepotencia se disip6 instantédneamente. Se levanté réapidamente, estaba visiblemente agitada y confundida: “Sefior, Sr. Griera...”

Gabriel también se puso de pie, mirando a Asier con evidente temor.

Vicente no pudo evitar sonreir, se levant6 y llamé a Asier para que se sentara: “Asier, no sabia que siéntate.” estabas aquf. Si lo hubiese sabido, te habria buscado enseguida. Ven,

Cedi6 su propio asiento a Asier.

Como era habitual, Asier, con su actitud de lider nato, acepté sin cortesias y tomo asiento en el lugar que Vicente le ofrecié.

Vicente se apresuro a servirle un jugo, pero al tocar el vaso, recordé que era una bebida que Gabriel habfa pedido antes y que probablemente no serfa del gusto de Asier.

Llamé al mesero y dijo:

“Trae el mejor jugo que tengan aqui.”

El mesero se apresurd a cumplir la orden.

Vuelto a la realidad, Vicente noté que Elia seguia de pie y le dijo: “Elia, siéntate también. Ahora que Asier esta aqui, puedes sentarte a su lado. No tiene sentido que sigas de pie cansandote.”

rlie iba a responder que preferia permanecer de pie, pero al ver la mirada cémplice y significativa de

14:26

Vicente, entendi6 que debfa sentarse al lado de Asier.

Al acercarse a él, Elia pudo sentir atin mas la fria atmosfera que lo rodeaba.

Con una mirada penetrante y silenciosa, Asier intimidé a Adela, que empez6 a temblar sin poder controlarse. Nunca habia conocido a alguien cuya sola presencia pudiera ser tan aterradora. "iPrefiere callarse usted misma o necesita que alguien le ayude?” pregunté Asier con un tono bajo y

helado.

Adela estaba temblando y buscé desesperadamente la mirada de Gabriel en busca de ayuda.

you

Gabriel intervino réapidamente y dijo: “Asier, mi esposa no es buena con las palabras y cometié un error. Yo me disculpo en su nombre. Lo siento mucho. Por favor, sea comprensivo y perdénela esta vez...

“Su disculpa no vale nada y en lugar de apaciguar, irrita,” respondié Asier con un rostro severo y una mirada afilada que parecia capaz de herir de muerte a Adela y Gabriel con solo posarse sobre ellos.

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