¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia -
Capítulo 1008
Capitulo 1008
Asier llevo a Elia a la gran fiesta en el hotel internacional de la familia Rayan, un lugar conocido por su elegancia y sus eventos de clase alta.
El salon de fiestas estaba decorado con un aire nostélgico, incluso exhibian fésiles que agregaban un toque de historia al ambiente. En el centro, una larga mesa rectangular solia estar repleta de delicias culinarias para el disfrute de los comensales.
Sin embargo, ese dfa, la mesa estaba cubierta de joyas y diamantes, con pendientes, pulseras, broches y todo tipo de adornos relucientes.
Mas que una fiesta, parecia un mercado de antigtiedades.
Los invitados eran empresarios influyentes de traje impecable, con una pinta distinguida y elegante, intercambiando palabras con la cordialidad y las formalidades propias de los intelectuales.
“Asier, cuanto tiempo sin verte Te has vuelto atin mas varonil,” dijo Maximiliano acercandose, poniendo una mano sobre el hombro de Asier y mostrando una sonrisa cordial
“Maximiliano, sigues tan distinguido como siempre,” respondié Asier
Cinco aos atras, Asier habia sufrido una herida y acabo en el granero de Elia, donde ocurrié algo mas entre ellos Luego la buscd, creyendo que habia muerto Después se fue al extranjero a tratarse y durante ese tiempo, mantuvo un estrecho contacto con Maximiliano
Asier y Maximiliano se habian convertido en amigos mas alla de la diferencia de edad.
La voz de Asier apenas se apagd cuando Elia lo mir6 con incredulidad y penso. Asier, siempre tan serio y distante, haciendo un cumplido?
Para Elia, era tan sorprendente como ver el sol salir por el oeste.
“Jaja, Asier, veo que has aprendido a expresarte mejor, eso es bueno. Prefiero esto a tu habitual reserva y seriedad. Te ves mas lleno de vida,” se rio Maximiliano con franqueza, dandole una palmada en el hombro a Asier.
“Ven, siéntate aqui, necesito preguntarte algo.” Maximiliano regresé a sussilla y le hizo sefias a Asier para que
se acercara
Asier se sent6 frente a él, mientras que Elia no sabia bien qué hacer y simplemente lo siguio, quedandose de pie a su lado Ella parecia una sirvienta discreta, siempre al tanto de las necesidades de Asier.
"Sefiorita, por favor, tome asiento usted también, no sea timida. Siéntese al lado de Asier, no hay problema,” dijo Maximiliano con la amabilidad de un anciano considerado, intentando aliviar la incomodidad de Elia.
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